sábado, 1 de octubre de 2011

Master and Commander

Café humeante en taza de latón y beicon frito al despertar. Paseos nocturnos por la cubierta escuchando el crujir de las maderas y cabos. Sextante y cronómetro en mano a las 12 en punto para calcular la latitud y longitud aproximada. Noches en la cabina del capitán, violín y violonchelo juntos, tocando a Boccherini, Locatelli y Haynd. La emoción de la batalla desigual, de la estrategia, la persecución, la gloría y la amistad. Jack Aubrey, “el afortunado” y su compañero Maturín recorriendo el mundo de misión en misión.

Quién no se queda obnubilado observando cómo se mece en la mar un inclinado bergantín empujado por la marea. Quien no siente la magia, la fuerza de un navío de guerra como la Victory surcando los mares sin miedo, proa avante a toda vela por la más cruel de las tempestades. La Sophie, La Worcester, La Boadicea, La Leopard, pero sobre todo La Surprise, la fragata Surprise.

Estando en Liverpool solo, en tierra inglesa, mala comida y mal tiempo, lengua extraña, mis mejores compañeros fueron ellos: Aubrey y Maturin. Tras la jornada de trabajo y las relaciones sociales pertinentes, el mayor placer era meterte en la cama bien arropado y leer sus aventuras, seguirles, vivir con ellos. Cuatro meses en los que leí sin cesar uno y otro, y otro de sus libros. Y sentía ser uno más de la tripulación, en las vergas aferrado, en la batalla sangrienta sufriendo por tu vida, luchando a la desesperada, la tranquilidad después de la tormenta, la emoción en un pequeño islote lleno de extraña vida o el subirte de madrugada a empellones al puente para ver atónito el limpio vuelo de un albatros. La vida en el mar. La vida en el mar, en la época, debía de ser dura, casi horrorosa, hambre, sed, muerte, soledad… pero por otra parte… ¡vivir en el mar! Poder levantarte cada mañana con el olor a salitre y el sol en la cara, la frescura, sentir la libertad de estar ahí, en medio de la nada, en medio del todo.

Veinte libros y medio configuran una vida, veinte libros y medio vinculados a la mar y la vida que en ella se hacía. Veinte libros y medio suenan a mucho, pero se acaban bien rápido, tanto que tienes que parar para que esa magia no se te acabe demasiado rápido. Y no hay sustituto. Patrick O’brian es Patrick O’Brian, el mejor escritor de libros costumbristas marítimos que hubo y habrá nunca. ¿Por qué? Porque no te cuenta las vidas de sus personajes, te las hace vivir. Veinte libros y medio y una película, fantástica por cierto. Jack Aubrey es sin duda tal y como le muestran en Master and Commander. Cuando vi a Russell Crow no me lo podía creer, quizá un poco más serio que el verdadero Aubrey, pero era tal y como te lo imaginas en los libros: Jack, Jack Aubrey “El afortunado”.


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