Hace ya algún tiempo le comenté a un amigo que me acababa de
leer un libro sobre cosacos y que había empezado con Drácula. Este
amigo, que es muy leído, lo que significa que ha leído muchas cosas buenas y
otras tantas… no tan buenas, me dijo que podía recomendarme un libro que
trataba justamente sobre Napoleón y los vampiros. Nos reímos del hecho de que a
alguien se le hubiese ocurrido la idea de explicar la derrota napoleónica
durante el invierno ruso a través de una plaga de vampiros acechantes.
Meses después, por casualidades de la vida, este amigo encontró el libro en la antigua biblioteca de casa de sus padres. No tuvo más remedio que reclutármelo y dármelo para el servicio, eso sí, indicando claramente que podía no leérmelo. Me lo leí.
El argumento es fantástico. Unos espías rusos contratan a
unos tipos muy raros para debilitar a la Grande Armée. Resulta que estos tipos
no piden dinero ni nada y son brutales, vamos que se meten a saco en un
campamento y lo destrozan. Para colmo, dado que son doce, decide el autor
nombrarlos con los nombres de los doce apóstoles Pues claro, al final resultan
que eran vampiros. Y ahí queda, una novela sobre vampiros en la época
napoleónica, en la que se entremezclan algunas famosas batallas. Pero no, dado
que la única gracia que tiene el libro es lo de lo sobrenatural, resulta que al
final del libro (ojo spoiler) el malo-maloso no es vampiro!!!
Es todo una metáfora profundísima sobre la naturaleza
humana. Pero no queda ahí la cosa, el tipo amenazó con más y ha escrito una
quintalogía sobre el personaje anodino Alexandre Alexei, el cual pelea contra
vampiros, hombres lobo, Rasputín… creo que no se enfrenta a ningún testigo de
jeová.
En fin que lo mejor del libro no es su redacción, los
errores gramaticales no pueden achacársele al traductor porque me lo leí en
inglés; no es su trepidante trama, la cual estás a punto de abandonar en
diferentes puntos; tampoco la profundidad de sus personajes, que no son planos,
sino puntuales, es la crítica de la contraportada: “The progeny of Tolstoy or
Pasternak, with a Stokerian twist… bloodily fantastic”.
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