sábado, 16 de junio de 2012

Perpetum mobile

Un paso, dos pasos, tres... llegué. ¿A dónde? No lo sé. Pero es, seguro, un inicio para seguir caminando. Escuchaba el fluir del agua en el pequeño molino. Me encantaba sentir como la vida daba vueltas alrededor mío.

La zapatilla estaba rota. Vamos, que llamar despegada a la suela era sencillamente un eufemismo. Aún así, como era incapaz de imaginarme cómo sería caminar sin ella, me la puse. Creo, que en términos generales fue una buena decisión, aunque tuviese que andar todo ese recorrido haciendo el pino.

Dejé caer la piedra barranco abajo. Esperé un pequeño rato. Y ahí estaba de vuelta, subiendo trabajosamente la pendiente como un obediente Sísifo.

Érase una vez que se era un reloj cuyas manillas andaban en todas las direcciones. Un buen día, cansado de tanta desobediencia, el reloj decidió quedarse de brazos cruzados.

Brevemente recuperé un instante de mis vidas pasadas. Es el pavor de la metempsicosis. Espero no volver a ser nunca otro yoyó.

La célula procariota saltó de la epidermis. Prefería desaparecer a ser cómplice de ese terrorífico perpetum mobile del cuerpo humano.

domingo, 3 de junio de 2012

Dracula: Bram Stoker


 ‘Listen to them – the children of the night. What music they make!

El mito del hombre inmortal, el demonio atemporal con mente de niño que planea expandir su extirpe por el mundo entero, superando la natural barrera de los Cárpatos. Cuantas leyendas, cuentos, historias hay bajo el nombre del Conde Vlad ‘Tepes’ Dracul. El horror británico que se metió en nuestras mentes gracias a la magnífica interpretación de locos como Béla Lugosi o Chistopher Lee. Personaje que ha seducido a los grandes actores de todas las épocas, siendo sin embargo no más que un antagonista que apenas aparece en la novela de Stoker, si bien, siempre está presente. Comienzas a leer el diario de Jonathan Harker, quizá la parte más inspirada de la novela, y sientes como la superstición rumana se infiltra por tus venas hasta la amígdala de tu cerebro. Lees, ávido, las páginas que se desbordan del libro, mientras con la mirada recorres las sombras de tu habitación, temiendo en cada momento descubrir aquello que no osas ni pensar.

Todos conocemos la leyenda de Drácula y hemos visto innumerables películas sobre el tema, algunas de ellas clasificadas con el infame símbolo de los “dos rombos”. Pero, pararte a leer el libro, despacio, como si no conocieras los detalles es, sencillamente, escalofriante. Nada más lejos de la comodidad de nuestro siglo, donde los enemigos residen en los congresos y los bancos, que pensar en la aterradora escena en la que Jonathan está afeitándose en sus aposentos del castillo-Drácula y descubre, por vez primera, que el conde no tiene reflejo en el espejo. Imaginad por un solo instante que un día te levantas al lado de tu pareja y, mientras te abraza en el espejo del baño, descubres que no se refleja. Si consigues meterte en la piel de Jonathan como si fueras un actor Stanislavski puedes sentir todo el poder de la novela y comprender por qué es tan importante.

Otro de los aspectos fascinantes del libro es el poder del tiempo. Esto se hace notar cuando Van Helsing explica a sus amigos que o detienen a Drácula ahora o sencillamente se encerrará en su castillo el tiempo suficiente como para que ellos mueran. De esta forma sus perseguidores y enemigos habrán desaparecido y Mina será su nueva esposa al volver de entre los muertos. Tan sencillo como tener un santuario para poder utilizar el mundo a tu antojo. Decido conquistar una parte de Turquía, bueno, pues ataco una y otra vez hasta que lo consiga. De ahí los relatos en los que Drácula explica como armaba ejército tras ejército para acabar con el infiel turco y tras la batalla sólo él regresaba al castillo. Tengo que colonizar Inglaterra, bueno, tengo toda una eternidad para aprender el idioma, conocer sus costumbres y esperar a que haya barcos los suficientemente rápidos como para poder llevarme sin peligro. Sólo hay un enorme 'pero' a tan grande poder: la soledad. La terrible soledad.

¿Por qué nos fascina la inmortalidad? ¿Por miedo a desaparecer? ¿Por el poder que otorga? ¿Por la pérdida de valores que puede conllevar? En todas las culturas, en todas las religiones, en todas las épocas han existido relatos sobre le inmortalidad: mitos, leyendas, evangelios…
Quizá sea que la vida nos parece demasiado pequeña, y por eso, constantemente oímos una voz en nuestro interior, que como Drácula, nos invita a perseguirla:
Wellcome to my house. Come freely. Go safely; and leave something of the happiness you bring!