sábado, 3 de noviembre de 2012

Le Morte Darthur I (Sir Thomas Malory)





Avalon.
Arturo.
Merlín.

Así como otros tantos caballeros, brujas y criaturas de ensueño. 

¿Cómo no va a sentirse alguien fascinado por semejante historia? ¿Quién no ha querido nunca ser el valiente rey o el sabio hechicero? ¿Quién no ha querido enamorarse perdidamente de Ginebra? ¿Quién no ha soñado con librar una última batalla desesperada, aunque necesaria, y prevalecer? En fin, ¿quién no ha querido en su vida ser alguien especial?

El mundo artúrico es fascinante por sus historias, por sus personajes, por su magia… Pero no sólo por eso, también lo es por la esperanza que representa. Cuando Arturo se retira moribundo a la isla perdida de Avalon promete volver en la hora más oscura para salvar a Britania de su perdición. ¡Qué imagen sería ver ahora volver a Arturo en su barco dorado cargando contra los gobiernos y los bancos! En un santiamén cientos de caballeros recompondrían la Tabla Redonda y volvería la paz y la dignidad. Nadie podría negarse ni criticarle, porque su vuelta sería divina. ¿Quién no acepta como mágica la presencia, en las abarrotadas carreteras, de un caballero de hace quince siglos cargando con su poderosa Excalibur y portando sobre su cabeza el Santo Grial?  Si esto ocurriera se constatarían dos hechos: el primero, que estamos en la era más oscura, y no por la gravedad de la situación sino por la pérdida de valores; el segundo es que estaríamos salvados, pues ninguna criatura mítica vuelve a la vida para perder.

¿Cómo sería volver a vivir en un Camelot, aunque no tuviera muros de oro?


Pues, aunque haya que lamentarlo, al menos por el momento, Arturo no ha regresado, no. Parece que sigue convaleciente en su Isla perdida, junto a su dama del Lago, pensando en Ginebra y sus caídos caballeros. Quizás esté sencillamente enterrado en el fondo del Canal de la Mancha o en cinco sitios diferentes siendo Arturo no más que la unión historia de cinco generales Britones. Quizás nunca haya existido, quién sabe. Pero lo que sí sé es que otro Arturo ha venido a este mundo. Un Arturo lleno de fuerza y de magia. Un Arturo noble y sabio. Un Arturo cuyo lema del escudo de armas reza: Dignidad en el corazón. Ese Arturo no cambiará el mundo, no irá a caballo cargando contra banqueros y políticos corruptos. No. Pero espero, que como sus padres, ese Arturo intente hacer que la vida de la gente que tiene a su alrededor sea un poco mejor.



Quién sabe, a lo mejor dentro de quince siglos, un fanático piense en su dictáfono cerebral un cuento sobre el bravo y noble Arturo que nació en el siglo XXI y ayudó al mundo a ser un poco más justo. Quizás también éste jurase volver a este mundo cuando las cosas se torciesen de verdad.

¿Merlín?
¿Avalon?
¿Por qué no Arturo?