domingo, 6 de noviembre de 2011

La isla del tesoro


Fifteen men on a death man’s chestyoh yoh yoh and a bottle of rumDrink and the devil had done for the restyoh yoh yoh and a bottle of rumThe mate was fixed by the bosun’s pikeThe bosun brained with a marlinspike

La Hispagnola surca los mares con el avaricioso brillo empujando sus aladas velas. Una tripulación nobles caballeros buscadores de fortuna liderados por el inmortal John Long Silver “Barbacue”. La pesadilla de Jim y del capitán Flint, el hombre con una sola pierna. Todo empieza en una pensión perdida en la que un fiero capitán decrépito se refugia de la Mancha Negra. De ahí, el ron y la canción hasta la isla perdida escondida en lo más profundo de su sagrado cofre prohibido. Black Dog, John Silver, Flint, Dr Livesey, Caballero Trelawney, Ben Gun y el valiente capitán Smollet, tremendo reparto para tamaña aventura. Quién no fuera el pequeño Jim Hawkins para enfrentarse a los piratas, confabularse con ellos, robar la Hispagnola, esconderse en un cubo de manzanas y enfrentar la muerte con  dignidad en los brazos de tu peor enemigo. Adentrarte en esta aventura te llena de juventud, de ansias de cualquier cosa.

Releyendo este viejo libro no he podido dejar de ir saltando entre los personajes identificándome totalmente con cada uno de ellos: la honradez de Livesey, la valentía de Smollet, la doblez de John Silver, la locura de Ben Gun y, cómo no, la avaricia por el secreto del temible capitán Flint. Yoh yoh yoh and a bottle of rum.
No sé qué tienen las aventuras de la mar, no sólo las de los piratas, que te llegan a lo más profundo, te remueven algo atávico que lleva latente más de X Siglos. Abro una página de uno de estos libros y desaparezco, verdaderamente me sumerjo. Esta en especial es de piratas, y vaya personajes son los piratas de novela. Los más deseados, quizás, rufianes valientes, ladrones con código y honor. Tipos que rechazan con vehemencia todo lo establecido y viven en sus sueños locos de conquista. Quién no es un poco pirata, aunque sólo sea un poco. A quién no le entran ganas de agarrar un buen pañuelo y un machete, subirse a lo alto de un mástil y rugir a los cuatro vientos sus ansias de aventura.

Aún recuerdo, y como olvidar, la primera vez que me topé con un pirata romántico, el de Espronceda.

¡Sentenciado estoy a muerte
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío
  Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Y qué más da la muerte, la penuria, el dolor o la injusticia si tenemos la pasión de luchar por aquello en lo que creemos. Si podemos liberarnos, ser de verdad libres. Eso es exactamente lo que siento cada vez que me sumerjo en estas historias de aventuras marinas. Algo que no tiene límites, ni fronteras, ni posesión. Un lugar donde puedes sentirte libre de los otros hombres, donde quién de verdad gobierna es la Naturaleza.
Encontrar un tesoro lleno de doblones, de luises, de escudos, de… qué importa todo el oro del mundo en comparación con la aventura de conseguirlo. Dudo que un solo pirata de los de verdad, de los de los libros, digo, renuncie a seguir buscando tesoros y hundiendo barcos después de haber desenterrado un cofre como el del Capitán Flint. No, no se rendirán a oro y la avaricia, no se quedarán tendidos en un gran casa, rellenos y engreídos, acariciando sus joyas y sus caros ropajes. No, a la menor palabra, el menor gesto, sus ojos volverán a brillar, el ansia surgirá, alistarán un bravucón ejercito de hombres de fortuna y allá irán de nuevo: a la mar.

Pendones al viento, rostros fieros, alfanjes y cañones, cabos tensos y a toda vela. Arriba, lo más cerca de los cielos, ondeando pura al viento la bandera de las calaveras, la Jolly Roger.

Prepárate mundo aquí estamos de nuevo, resurgidos del último ciclón, los piratas del honor, con el alfanje preparado, dispuestos a todo.

Fifteen men on a death man’s chestYoh yoh Yoh and a bottle of rum.


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