sábado, 9 de julio de 2011

El cuarteto de Alejandría (I)

Hace ya algunos años cayó en mis manos un libro delicioso, el cual cambió mi forma de acercarme a algunas personas, quizás viviendo el sueño de un libro en nuestra propia piel. Fue una casualidad o puede que fuese una causalidad, ya que en aquellos años compartíamos mucho de los que éramos y queríamos llegar a ser, aunque creo que en parte nunca fuimos. Un verano leí Justine, pero no la del Marqués de Sade, sino la de Lawrence Durrell, ahijado exiliado de Henry Miller. Ese mismo verano, desde otro lugar y sin casi contacto, sus ojos grandes leían las mismas palabras que los mios. Sin saber, pero ambos gozándolo. Creo recordar aún, con bastante exactitud, como nos redescubrimos al compartir este conocimiento, secreto para nosotros entre nuestros amigos, pues ninguno de ellos lo conocía. Supongo que es lo bueno de ser jóvenes, siempre acabas descubriendo cosas maravillosas que otros ya tienen más que olvidadas.
Años después, realmente, casi una década después, el mismo libro ha caído en mis manos, aunque esta vez en inglés, en el original, lo que me permite vivir la energía de la prosa poética de Durrell. Ella, unos meses antes que yo también había vuelto a releerlo, aunque ahora nuestras vidas son muy distintas, nuestras distancias y cercanías también, físicas y mentales, porque aunque siempre estaremos ahí cuando el otro lo necesite, cotidianamente no lo estamos. No es que haga un reproche, ¿a quién, a la vida? sino que  atestiguo un hecho. A veces tienes que remar contracorriente para salir del corazón de las tinieblas y estar junto a los tuyos, pero si dejas de bogar la marea te arrastra más y más allá, de forma que acaba siendo más fácil dejarte llevar hasta las nuevas costas, quizás las de Alejandría.
Justine es una Maga del existencialismo literario, pero una Maga llena de recovecos y redefiniciones que vas descubriendo más y más cuando lees Balthazar, Mountolive y Clea. Tantas formas de vivir una misma vida, de enteder la vida desde tantos puntos, tal y como es, imposible de entenderla deteniéndote en un momento o en un espacio. Pero no importa, porque la vida es nuestra tal y como la vivimos, aunque luego nos demos cuenta de que todo, las motivaciones, las situaciones, las emociones, eran muy diferentes.
Esta es una huella profunda, puede que una de las mayores, quizás por eso he elegido comenzar con ella este diario encapsulado, esta rosetta de mi vida. Y es profunda porque está Sofía y está el cuarteto. Dos pilares de mi vida.

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And all this brings me back to myself, for I too have been changing in some curious way. The old self-sufficient life has transformed itself into something a little hollow, a little empty. It no longer answers my deepest needs. Somewhere deep inside a tide seems to have turned in my nature. I do not know why but it is towards you, my dear friend, that my thoughts have turned more and more of late. Can uno be frank? Is there friendship possible this side of love which could be sought and found? I speak no more of love- the word and its conventions have become odious to me. But is there a friendship possible to attain which is deeper, even limitessly deep, and yet wordless, idealess? It seems somehaow necessary to find a human being to whom one can be faithful, not in the body (I leave that to the priests) but in the culprit mind? But perhaps this is not the sort of problem which will interest you much theses days.

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