sábado, 24 de marzo de 2012

Propopías: Los puntos


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Pasadas ya las doce de la mañana un punto se revolcó y revolcó hasta convertirse en línea. La línea, harta de estar tumbada se erguió y junto su proyección en la sombra formó un triangulo. El triangulo se dividió por meiosis hasta convertirse en una preciosa pirámide tetraédrica. Fue en ese momento, cuando la pirámide, por un proceso de metempsicosis, se volvió a transformar en un triste punto.

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El punto sonrió acalorado, mirando con ternura las ardientes curvas de su compañera. La verdad la verdad es que para ser un signo de puntuación esa coma estaba tremenda. Carraspeó profundamente pensando en las incansables horas de sexo de las que podría disfrutar con semejante pausa y se acercó gallardo. La coma le miró con detenimiento, revisando cada pequeño pliegue de su redondez. Al final suspiró comprendiendo que ese no era más que un punto y seguido.

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Otro punto estaba esperando para entrar en la Real academia de la lengua. Esperaba intranquilo, pues llevaba allí más de dos horas. Le parecía increíble que no quisieran atenderle: con la cantidad de problemas que podría resolver. Finalmente vio su opción. Dos puntos con pase se apresuraban hacia la entrada y él, como si nada se coló a sus espaldas como si fueran unos amables puntos suspensivos. Al menos había conseguido entrar.

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