
Y tanto frío hacía que la lentejuela empezó a
temblar. Y tanto frío hacía que la bolita de plomo comenzó a vibrar. Y con
tanto temblor y vibración la lentejuela y la bolita comenzaron a apretarse y
apretarse y a apretarse aún más. Tanto se apretaron que en una mitosis inversa
consiguieron transformarse en un solo
ente, mitadbolita-mitadlentejuela.
Una fusión tan increíble que tras la
reacción, tremendamente exotérmica, una fuerte llamarada explotó, incendiando
la toda la chimenea. Y tras la chimenea se prendieron las cortinas. Y tras las
cortinas, el suelo, y la cama, y las patas de la mesa. Calor y más calor, y más
calor todavía. Rojo fuego.

Finalmente, del
sorprendentemente pequeño depósito de ceniza salieron caminando del brazo una
preciosa doncellita de papel y un valiente soldadito de plomo cojo.
¿Y el Troll? Pues dónde iba a haber quedado un troll después
de tanto fuego…
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