¿Alguna vez alguien os ha
regalado una rata? Un ratoncillo, un hámster, una cobaya, eso sí, ¿pero una
rata? ¿Qué podría pasar si un desalmado te regala una rata? De repente una
noche te sumerges en los sueños y te embargan las pesadillas…
Y allí te encuentras, en un mundo
sumido en un holocausto nuclear creado por una coalición de las ratas a las que
el ser humano entrenó para neutralizar cualquier tipo de ataque atómico
proveniente de las otras naciones enemigas. Único superviviente, narrador
omnisciente, que observa desde su cápsula espacial el desarrollo de la nueva
especie. Desrratización progresiva, humanización paulatina: degeneración.
Y también en otro mundo, uno en
el que las hadas y seres mágicos de los hermanos Grimm se reúnen junto al
castillo de Cenicienta para sabotear la destrucción que los humanos quieren
hacer de este enclave mágico. La aniquilación de la fantasía.
Y finalmente, en un tercer mundo
en el que un tambor viejo de hojalata nos cuenta las miserias de la humanidad a
través de un antiguo videoclub.

Las ratas, pensándolo un poco te
das cuenta de que ellas sí que saben cómo funciona el mundo. Cavan hasta el lugar más recóndito del
subsuelo, acumulan comida y taponan los agujeros por los que la radiación
podría alcanzarlas con las ratas más viejas, gordas y moribundas que pueden
encontrar. Todas ellas voluntarias. La única manera con la que salvar una
especie. ¿Cínicas? ¿Eugenésicas? ¿Racionales? ¿Especie portadora del Gen
Egoísta? No lo sé, pero si hay un holocausto nuclear, queda claro que sólo las
ratas, y muy posiblemente las cucarachas, sobrevivirán. Lo cual es extraño,
porque pensando en lo glamuroso de dichas especies, casi podrías esperar que
dejaran un hueco a la especie humana, pues sin duda está a su altura.
Lo mejor de todo es que el
futurible del mundo de la Ratesa no ha llegado aún a pasar, sino que son sueños
de un pequeño humano a quien un infeliz amigo le regaló una rata. Y en su noche
de inconsciencia vio el apocalipsis; o el futuro; o la necesaria katarsis de
nuestra especie; o el aviso; o el camino a seguir; o, quizá, tan sólo vio lo
que dos alocadas ratas querían que viera, mientras se partían de risa viendo
como sudaba en la cama.
Ahora, sólo por un momento
imaginaos que en lugar de que un humano le regalara una rata a otro fueran dos
ratas las que se hubiesen regalado un humano: ¿Deshumanización progresiva, ratización
paulatina: generación?
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