Ese París bohemio, esa América
perdida llenaron muchas horas de mis lecturas en aquella época. Es extraño como
uno cuanto más joven y enérgico más necesitado está de sentir la “nausea”. De
aquellas lecturas oscuras y conversaciones insaciables, aunque muchas veces
silenciosas, con Sofía pasé a otro tipo de contacto existencial. Me encontré
con otro personaje vinculado a los Miller, Durrell, Nin y demás de este mundo.

Antes, hablando de la segunda
fase del existencialismo, dijo que no hay razón para estar aquí. Y eso es algo
que bien comprendió Sísifo. Por eso, para sentirnos vivos, para sentirnos
humanos, somos nosotros mismos los que debemos buscar y dar sentido a nuestra
existencia. Como explicaba Sartre a todos los criticones de sofá en el París de
la Postguerra, ese es el camino para alcanzar la tercera fase del
existencialismo, en la que uno se da cuenta de que, lejos del Nihilismo, el
existencialismo es un humanismo.
Llegar a ese humanismo es
complicado. ¿Lo he alcanzado? No lo sé, supongo que en parte sí y en parte no.
La nausea la sentí y la tristeza, aunque la tema, sé cómo vivirla. Cuestionar
el camino y buscarme a mí mismo es algo que hago a cada paso. Haberle dado un
sentido a mi vida…, creo que no, que aún no he encontrado ese sentido. Pero al
menos, por el camino, me he encontrado con María.
Como escribía una olvidada amiga hace poco en facebook. Nota mental: recuperar a Sofía, Giusseppe y Toni.
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