La vida necesita aventuras: que nos las cuenten, que las vivamos directa o figuradamente o que las soñemos. Aún recuerdo beberme los libros de aventuras, de espadas y camaradería, de tabernas malolientes con grandes jarras de cerveza, paisajes inhóspitos y bellos. ¿Quién en su vida no ha querido pertenecer a un grupo de aventureros como los de Drizzt y Bruenor o Gandalf y Bilbo, aunque fuera por unas horas. Sumirte en la magia de esas tierras perdidas tan diferentes del triste y aburrido mundo en el que a veces parecemos vivir. Sería tan emocionante levantarte cada día con el sol, junto a tus amigos guerreros, magos y bardos, y tratar de nuevo de salvar el mundo de las terribles garras del mal. Por qué no enfrentarte a un terrible dragón enarbolando una Dragonlance o hacerte amigo de un unicornio mágico.
Yo siempre he soñado con esa magia, y aún hoy sigo soñando, no creo que los sueños se puedan borrar tan pronto de nuestras vidas por el simple hecho de cumplir años. Hoy, ayer, y espero que siempre, seguiré conviviendo con todos esos maravillosos personajes que te hacen reir y emocionarte, que incluso te transmiten su tristeza cuando uno de sus queridos compañeros cae. En concreto yo siento especial debilidad por los enanos, no sé qué tienen esos pequeños y rudos personajes que me hechizan: ¿serán sus grandes jarras de cerveza e hidromiel? O quizás su sinceridad. Ahí están Bruenor BattleHammer el tosco y malhumorado enano que siempre acompaña a Drizzt Do’Urden, el elfo oscuro, con su poderosa hacha y su yelmo con un cuerno roto. Ahí está también Thorin Escudo de Roble con su tropel de divertidos y valientes enanos entrando en casa de Tom Bombadil por parejas, guiados por el intrépido mediano. Ahí está también el gran Gimli, ese enano que empequeñece a los grandes y bellos héroes de la compañía del anillo: ¡Aún queda un enano vivo en Moria!.

Larga vida al Rey Bruenor BattleHammer, que bajo su guía encotremos Gauntlgrym, el más legendario de los reinos Delzoun-